domingo, 2 de noviembre de 2014

Al presidente de parte de mi hijo

Señor Presidente Enrique Peña Nieto:

Hoy por la tarde en la sobremesa, después de disfrutar de una comida familiar, entre los temas que tocamos fue el poder de la oración, con el antecedente de haber comentado los distintos hechos recientes tan dolorosos y la difícil y compleja situación que pasa nuestro país, nuestro queridísimo México.

Por la noche, al ir a acostar a nuestros hijos mi esposa y yo, durante la oración que siempre hacen antes de dormir, cada uno externamos una petición a Ntro. Señor. ¿Sabe por quién pidió mi hijo mayor?... Sí... por usted.

Resultó toda una lección para mi, y me hizo recordar lo que la madre Mati (encantadora y comprometida religiosa responsable del catecismo en el convento de las madres reparadoras, al que yo asistí de niño) nos decía: 

"Las oraciones de los niños llegan al cielo como flechas: directas, sin escalas, contundentes y certeras, a diferencia de las oraciones de los adultos que podrían perderse en el camino, porque con mucha frecuencia no tienen la fuerza y convencimiento necesarios que la sincera oración de un niño sí tiene"

Aunque no simpatizo con su partido ni con su manera de gobernar, no deseo entrar en polémica respecto a sus limitaciones, su trayecto a Los Pinos, posturas políticas o los cada vez más numerosos e intensos reclamos a su muy tibio desempeño y tantos temas que lo sitúan actualmente como blanco constante de críticas, me quiero sumar a la oración de mi hijo: 


  • Le pido a Dios por usted, que le de la tranquilidad y el buen juicio necesarios para que tome las decisiones que verdaderamente vayan orientadas al bien común, y no a los intereses de unos cuantos. 


  • Le pido a Dios por su salud, de la que mucho se comenta se encuentra mermada, y que le de la serenidad necesaria para afrontar la adversidad.


  • Le pido a Dios por su familia, y por las familias de los millones que formamos parte de México, para que cada uno desde nuestras diferentes trincheras pongamos nuestro ladrillo, o nuestro granito de arena para construir un país más digno y no para destruirlo.


  • Le pido a Dios le de sabiduría para saber abrir los oídos a la crítica constructiva e ignorar  a la destructiva.


  • La última petición es para la Virgen de Guadalupe, emperatriz de América y de Filipinas, para que así como Jesús intervino por medio de ella en 1531, haciendo una perfecta inculturación del Evangelio en el corazón de millones de indígenas que se convirtieron al cristianismo en un momento histórico profundamente complicado, sea nuevamente la intercesora ante Él para que nos ilumine a todos los mexicanos y podamos hacer de nuestra nación un lugar más justo y próspero.